Me llamo Miriam (o Mimi para los japoneses). Nací en la isla de Menorca, pero me mudé a Barcelona bastante joven para estudiar teatro y japonés. Desde pequeña, me fascina la cultura asiática: veo anime, leo manga, me encanta su cocina, he practicado diferentes artes marciales y un largo etcétera.
Actualmente estoy acabando mi segunda carrera (como traductora de inglés y japonés) y por eso decidí ampliar mi formación estudiando en Japón. Empecé por mirar cursos intensivos de verano y, como tenía muy claro que quería hacerlo en Kyoto, acabé por apuntarme al que cada año ofrece KICL. La primera vez que fui a Japón fue en el 2007 y solo pude ver Kyoto un día y medio; sentía que tenía algo pendiente con la ciudad y debía volver. Una de mis pasiones es visitar templos y tomar té, así que era un destino ideal para mí.
Cuando llegué a KICL conocí a mis primeras compañeras de curso, Irene e Ilse. Creía que no encontraría más españoles y... ¡Al final éramos seis! La mayoría de compañeros eran de Taiwán o Corea, algunos americanos, una de Rusia y una de Australia. Había muy buen ambiente y todos nos ayudábamos a estudiar.
En mi caso, cogí
habitación privada a cinco minutos de la escuela en bicicleta y una persona del
staff de KICL me acompañó hasta allí. Preparé todo para el día siguiente poder
empezar las clases y me fui a comprar una bicicleta de segunda mano, que fue mi
compañera de aventuras todo el tiempo que estuve allí.
Primer día de clase, nervios, estoy
en nivel 3, no conozco a nadie... ¿Seré capaz de seguir bien la clase? Llega la
maestra y se presenta cómo Aoki sensei, es muy amable y divertida y nos pide
que pongamos nuestro nombre en katakana para que podamos saber como nos
llamamos los 15 compañeros del grupo 3 y empezamos. Salgo super contenta y
todavía algo nerviosa pero, a medida que el curso avanza y ves lo mucho que te
está ayudando esta experiencia, no puedo si no estar agradecida de haber tomado
la decisión de hacer este curso.
uedo decir que ha
sido uno de los mejores veranos de mi vida a nivel personal. He tachado dos
cosas de mi lista a la vez, vivir en el extranjero y estudiar en Japón. Y como
regalo me llevo las amistades que de ese intenso mes han salido y con las que
he compartido visitas culturales por todo Kyoto y también a Nara y a Osaka,
festivales de tanabata y matsuris, visitas a templos y a varios onsen y muchos
tés deliciosos.
Recomiendo KICL a todo el mundo, pero sobretodo a los amantes de la cultura japonesa en todo su esplendor. Vivir en Kyoto es una experiencia muy bonita que pienso repetir en cuanto se me presente la ocasión
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